jueves, 22 de agosto de 2013

De la inconsecuencia como aliada

En unos días más se cumplen 40 años del Golpe Militar, el cual derroco a un gobierno constituido democráticamente, y que vino a generar un nuevo orden social, en el cual no le importo la forma de cambiar el presente, incluso violando reiteradamente los D.D.H.H. En esta idea, como sociedad chilena siempre nos ha encantado conmemorar fechas con números bonitos, con la idea de marcar ciertos hitos, lo que tiene un carácter bastante pintoresco y folclórico.
Pero no podemos olvidar, las miles de familias y amigos, que lo único que quieren es vivir como si ese fatídico día, jamás hubiera existido.  Llegar a sus casas y poder abrazar a sus seres queridos, los cuales fueron arrebatados por el interés de algunos pocos, que se decían “salvadores del País”. Pero a pesar de esto, considero que como sociedad, es un hito que no podemos olvidar, ya que es nuestra responsabilidad, el que nunca más se vulneren elementos tan importantes para la constitución de nuestra sociedad, y más aún, a cada uno como persona. Pero cuando hablo de no olvidar apunto a que tengamos presente estos sucesos en nuestro día a día, y no solo cuando se cumplen números “bonitos” de aniversarios. Pensemos en la violación a los Derechos Fundamentales en lo cotidiano, cuando trabajamos, marchamos, debatimos o escuchamos, y no solamente hagamos alarde por un programa de televisión o un caso en particular. O cuando hablemos de democracia, no sea solo un bonito discurso, sino que sea real, no algunos días, sino que 24/7.
En esta clave y aunque parezca obvio, resulta absurdo querer criticar al otro, y hacer cambiar de opinión al que piensa distinto. Los que están a favor y en contra, tendrán su conciencia tranquila, y resulta una discusión bastante bizantina el querer convencerse mutuamente, no permitiéndonos avanzar, por lo que es mejor dejar esos aires de convencimiento, para un rica sobremesa de día domingo, o una conversación de vacaciones.  
Lo que hoy necesitamos, es mirarnos a nosotros mismos, y los ideales sobre los cuales estamos parados. Basta de culpar al otro, mirar la historia como un impedimento para avanzar o desligarnos de nuestras responsabilidades. Es hora de asumir responsabilidades, y con eso construir un futuro, en el cual la inconsecuencia y el amiguismos queden fuera y excluidos de toda conversación.  Hay que parar de desentenderse de lo que se hizo en el pasado, asumir responsablemente nuestros actos y no responderle a la gente o la historia, como a muchos les gusta. Sino que ahora tenemos que responderles a esos principios e ideales que muchos dicen tener, pero que en la práctica ningunean y reniegan día a día. Dejar afuera pactos por convencía, por ganar un par de votos o algunos cargos más no podemos vender nuestros principios. Es preferible sacar un candidato, o 1000 votos, pero que sean logrados con actos propios, y no productos de alianzas, las cuales si siguiéramos nuestros principios, nunca se habrían formado.
Finalmente, y desde mi perspectiva. Me apego y comparto profundamente los valores y principios del humanismo cristiano, con una idea comunitaria y democrática de la sociedad, pero también me hago responsable de las malas prácticas de personajes que dicen compartirlos, pero que en realidad han violado y  reído constantemente de estos principios con tal de ganar ciertos cargos, o tener otras garantías y posiciones de prestigio. No niego que el PDC en el proceso de dictadura tuvo responsabilidad, aunque sigo pensando e ingenuamente creo que se debe por temas de consecuencia más que de conveniencia, entiendo igualmente que muchas facciones estaban del lado del golpe militar y luego apoyaron a Pinochet. Pero sin duda que ellos no representan el ideal, muchas veces soñador de creer en los principios que uno tiene, y no tranzarlos por apegos o circunstancias. Valoro y destaco reiteradas personas que murieron en esa y otras tantas épocas anteriores por defender lo que pensaban, y sus ideales, quizás muchas veces contrario a los míos, pero la forma de lograr acuerdos y llegar al desarrollo de nuestra sociedad, sin duda que no es con una pistola sobre la mesa. Como digo, no niego que las actuaciones de Aylwin y el grupo que lo respaldaba, proporciono el clima apropiado para el desarrollo de la crisis democrática que se vivió, más aún cuando recordamos la declaración de la directiva del partido, el día 12 de Septiembre de 1973. Algunos como dije creo que lo hicieron desde su lugar, apoyando a los cientos de organizaciones de diversos lugares de la sociedad que reclamaban y suplicaban cambios en sus condiciones, pero otros sin duda que lo hicieron por motivos de interés. Pero al lado de estos, encontramos una fracción minoritaria, que nunca avalo algún acto en contra el régimen democrático o que pusiera en crisis la institución de nuestro país, un grupo que fue fiel a sus ideales y  no transo los principios que tenían, a pesar de la lluvia de acciones que vendrían o más bien, caen en quien no piensa igual. Práctica de criticar al que no piensa igual, que lamentablemente perdura hasta hoy en día.  

“Un ministro democratacristiano, cuatro subsecretarios democratacristianos (Economía, Relaciones, Trabajo y Justicia), directores generales democratacristianos -como el del Trabajo- y asesores a granel no son precisamente demostración de que el partido no comparte ni coadyuva con una política cuyas orientaciones centrales no son suyas sino ajenas; no sirven a los intereses del pueblo chileno como nosotros los hemos entendido siempre, sino que lo perjudican”.
 Radomiro Tomic (7 de noviembre de 1973)